BATALLITAS DE MENTIRA Y CHICHA Y NABO. (VENTURAS Y DESVENTURAS DE UN JUGADOR DE SIMULACIÓN MILITAR)

CAPÍTULO II. De idiotas y sus particulares mitos defraudados

Érase una vez en Felinolandia…

No ha demasiado tiempo, metidos todos en faena, en uno de esos escenarios en que las cosas andan ya del todo torcidas y el derrotismo cala en las mentes más flojas, uno -defraudado quizás por no ser secundado en su PATALETA- le reprochó a otro de esta casa:

— Se me acaba de “caer” un mito

(Mal dicho, fruto sin duda de un momento de debilidad, porque así es como se cae aún más en la ignominia y la indigencia moral e intelectual).

No pude menos que encogerme de hombros y callar. Hay que defraudar más.

Porque a veces es mejor silenciar en ese preciso instante lo que uno piensa so pena de parecer más rudo de lo que uno es y colaborar en que una unidad, configurada así por capricho del destino, acabe de desmoronarse y echar por tierra el fin común, que no es otro que prevalecer.

Y yo no entiendo la manía del personal por dar cosas por hechas, preconcebir, ¿mitificar?… y siempre tratar de llevar al otro a su cortijo, a su historieta o capricho particular y porqueyolovalguista… al bar.

Menos mito y más zapato.

En simulación militar, tal como la entendemos en esta casa, cuando estás voluntariamente metido en ella hasta el pescuezo, sólo se te exigen tres cosas:

1. Mantener el pico cerrado, no lloriquear, no intercambiar excesiva saliva
2. Ser autosuficiente
3. Trabajar

Luego Dios dirá.

Si vd se involucra en lo personal y veo lorealismo le defraudaré. Siempre es un gusto hacer eso.